“Capacidad coercitiva”: las sanciones a Rusia solo generarán una escalada de consecuencias cada vez más lesivas – Por Juan Manuel de Prada

Por Juan Manuel de Prada

Desde que, hace ocho años, estallase una guerra en Ucrania se han perpetrado muchos desmanes; y, sin duda, se han seguido perpetrando desde que hace una semana interviniese en el conflicto el Ejército ruso, momento en que algunos creen que comenzó la guerra. Desde entonces, el mal se filma y televisa, para que veamos una realidad que antes se nos escamoteaba; y ese mal nos repugna moralmente, porque condenamos sin paliativos la muerte y el éxodo de inocentes y repudiamos la deriva nefasta de una guerra que durante ocho años fue ignorada. Pero no debemos aceptar la imposición de una opinión única o unánime que, como señalaba ayer Ruiz-Quintano, reduce los periódicos a un catecismo. Decir lo que uno piensa se ha convertido en un riesgo, incluso a título ferozmente privado. No se puede escribir algo vagamente no alineado, so peligro de ser estigmatizado y expulsado a las tinieblas. Más que en un catecismo, se pretende convertir la prensa y el debate público, incluso la conciencia personal, en un plató televisivo donde se regurgita la alfalfa establecida como ‘verdad oficial’.

En un reciente discurso, Borrell ha establecido, cual Manes redivivo, una línea divisoria neta entre unas almas filantrópicas que encarnan el Bien y unas ominosas ‘fuerzas del mal’ que acampan en las tinieblas. Pero esta división maniquea sólo puede ser aceptada por los simples. Ese Bien maniqueo, en realidad, puede ser el más mortal enemigo del bien y producir los peores desastres. Escribía Bernard de Mandeville en ‘La fábula de las abejas’ que «el hombre vulgar y poco perspicaz raramente percibe más de un eslabón de la cadena de las causas. Pero aquellos que saben llevar su mirada más lejos y se toman el tiempo necesario para considerar la sucesión y el encadenamiento de los hechos, verán cien sitios donde el Bien hace surgir el Mal profusamente, como surgen los pollitos de los huevos». Porque el Bien y el Mal, como ocurre con el trigo y la cizaña, no se presentan en este mundo netamente separados.

Borrell se pavoneaba en su discurso de la ‘capacidad coercitiva’ de la Unión Europea, que consiste en imponer sanciones económicas a Rusia y en distribuir armas a Zelenski. Pero esto, que desde luego contribuirá a prolongar la guerra y acorralar a Rusia (como si no supiésemos cuál es la reacción de los osos acorralados), sólo generará una escalada reactiva de consecuencias cada vez más lesivas. La auténtica ‘capacidad coercitiva’ de la Unión Europea consistiría en obligar a las fuerzas en liza a negociar el fin de la guerra y a cumplir los compromisos asumidos. Pero esa ‘capacidad coercitiva’ exige despojarse de ese maniqueísmo tan confortable y reconocer errores pasados, empezando por esa estrategia del avestruz que la Unión Europea ha adoptado durante ocho años, permitiendo que los acuerdos de Minsk se incumpliesen. Reducir la ‘capacidad coercitiva’ a enviar armas e imponer sanciones no es más que prolongar la estrategia del avestruz, mientras otros derraman la sangre.